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Collage hecho en base a una fotografía de Sex Education

Lo que Sex Education nos dejó: sororidad y acoso callejero

2 Abr 2020 | Vos y el mundo

Ya te hablamos de Sex Education, una serie que nos encanta por cómo aborda los temas de sexualidad y relaciones entre adolescentes. En esta nota queremos centrarnos en dos momentos importantes de la segunda temporada, vinculados al acoso en medios de transporte y a la sororidad.

Cuidado: tiene spoilers, pero valen la pena. 🙂

Sex Education fue sin dudas una de las grandes series de Netflix de 2019 y este 2020 estrenó su segunda temporada, con ocho capítulos que continuaron tratando temas que atraviesan a las y los adolescentes. En una nota anterior repasamos algunas enseñanzas que nos ha dejado esta serie, que en su primera temporada tocó muchísimos temas relacionados a la sexualidad: masturbación, consentimiento, orgasmo, primera vez, homosexualidad, bisexualidad, aborto, etc. En la segunda entrega siguió por el mismo camino, pero agregó otras temáticas importantes como el acoso sexual callejero (específicamente, dentro de un medio de transporte) y la sororidad.

El acoso en los medios de transporte

A lo largo de la temporada, Sex Education encara la temática del acoso sexual callejero y su errónea naturalización. Vamos a tener que hacer algunos spoilers, pero son necesarios para poder hablar sobre esta problemática.

En concreto, hay dos capítulos clave sobre este tema. El primero es en el que una de las chicas de la serie, Aimee, sufre una agresión sexual en un ómnibus, a plena luz del día y con el vehículo lleno de gente. El punto interesante, más allá de mostrar el hecho en sí, es la reacción de la joven ante esa situación. Lo primero que hace es bajarse corriendo, algo aturdida y asustada, pero luego deja de lado esa sensación (al menos para el afuera) y habla de lo ocurrido restándole importancia, naturalizándolo como algo normal, que pasa y que no le afectó.

Tras una larga insistencia de su amiga, decide denunciar el hecho, pero aun cuando habla con la policía continúa creyendo que “no es tan grave” lo que le sucedió. Sin embargo, con el correr de los capítulos se va revelando qué siente en realidad. Hay una escena en la que está esperando el bus en la parada y cuando lo ve llegar se imagina que su agresor está arriba, o peor aún, que cualquiera puede convertirse en un agresor, ya que según su propio relato el hombre que se masturbó sobre ella era una persona que parecía amable, le sonrió y no tenía aspecto “de violador o asesino”.

Ese miedo de volver a pasar por lo mismo la hace dejar pasar el ómnibus y caminar, aunque su destino esté a decenas de cuadras. Esa es una escena en la que podemos reconocernos todas. Aimee somos todas nosotras alguna vez en nuestra vida, cambiando de ruta, de lugares, vestimenta o actitud para evitar a un varón que, en el mejor de los casos, solo nos incomodó.

Sororidad: juntas somos poderosas

Otro de los capítulos clave es cuando Aimee explota y le cuenta al resto de las chicas lo que le está pasando: no puede subirse al ómnibus porque tiene miedo. Ahí todas empiezan a hablar de sus experiencias y cómo todas han vivido alguna situación similar de acoso, abuso o miedo.

En la primera temporada la serie ya había dado muestras de sororidad entre las mujeres y en esta segunda las profundiza para mostrar la importancia de la unión entre nosotras. A pesar de las diferencias entre todas, está claro que juntas somos más fuertes y no más problemáticas, como nos han querido hacer creer. En el caso de Aimee, esa unión con sus amigas, y otras no tan amigas, es la que la ayuda a superar ese miedo que la paralizaba.

En el siguiente clip publicado por Netflix se resume toda esta situación, por si no lo viste o lo querés revivir:

Las otras no son competencia

Como mujeres criadas en un mundo patriarcal y machista, es importante recordarnos siempre que las demás mujeres no son nuestras enemigas ni competencia. Podemos ser distintas, no tenemos que ser amigas de todas, pero sí estar unas para las otras, porque somos nuestra principal red de apoyo. En definitiva, porque de alguna u otra manera nos entendemos más que nadie.

Que estas cuestiones tan cotidianas para la vida de las adolescentes se muestren en plataformas de consumo masivo es un primer paso, pero importante, para que otras gurisas (que, como Aimee, naturalizan ese tipo de situaciones o incluso se responsabilizan) puedan ver que eso que les pasa en la calle sin su consentimiento siempre está mal. Que puedan ver que no es su culpa y hay que denunciarlo, o por lo menos hablarlo, algo que muchas veces no hacemos, ya sea por que sentimos vergüenza o porque lo hemos normalizado.

Colaboradora: Camila Cardoso

Este artículo fue escrito por una integrante de nuestro equipo de colaboradoras fijas. ¡Sumate vos también! Acá podés encontrar un formulario para ponerte en contacto con nosotras.

Fotografía: Sex Education
Intervención: Nat

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