No se nace mujer, se llega a serlo
[Opinión]
“No se nace mujer, se llega a serlo”, afirmaba la filósofa francesa Simone de Beauvoir en su libro El segundo sexo, en el año 1949. Fue su obra más polémica y es considerada fundamental en la historia del feminismo.
¿Pero cómo que no se nace mujer?
Lo que sostiene la autora es que lo que entendemos por mujer es una construcción social, un concepto que se ha ido redefiniendo a lo largo de la historia. Lo que nos hace mujeres no son las características genéticas ni biológicas, sino aquellas conductas que hemos aprendido, que nos han sido enseñadas.
La obra de Beauvoir fue publicada en el contexto del feminismo de la posguerra, ubicado entre los años 1949 y 1975, época en la que las mujeres habían conquistado algunos derechos (como el sufragio) y en la que se comienza a gestar lo que se denominó la segunda ola del feminismo. En esos momentos, muchas mujeres que habían podido acceder a estudios terciarios y obtener un título comenzaron a investigar la construcción del conocimiento desde la perspectiva de las mujeres.
Ahora, volvamos al principio: Simone dijo que no se es mujer, sino que se llega a serlo. Luce Irigaray, retomando la idea, planteó: “Lo que conocemos como femenino en el patriarcado no es lo que las mujeres son o han sido, sino lo que los hombres han construido para nosotras.”.
El concepto de feminidad está ligado fuertemente al concepto de mujer, de tal manera que se piensa que las mujeres son femeninas por el hecho de ser mujeres. La verdad es que no todas las mujeres son femeninas. Es más: ninguna de nosotras debería serlo.
¿Por qué no puedo ser femenina?
La feminidad resume un conjunto de pautas y de normas sociales que se esperan en el comportamiento de la mujer. Lo mismo sucede con el concepto de masculinidad.
La feminidad queda así comprendida como un modo de represión y de subordinación de la mujer: de represión porque al imponer reglas sobre cómo se debe ser mujer, todos aquellos comportamientos que no coincidan con lo “femenino” serán reprimidos, porque no están socialmente aceptados o no son esperables de una mujer; y de subordinación porque, como dijo Irigaray, lo femenino es producto del patriarcado y, por lo tanto, está construido desde una perspectiva en la que la mujer es subordinada del hombre… porque el patriarcado no entiende de igualdad.
Entonces, si no soy mujer y tampoco puedo ser femenina, ¿qué hago?
Ser femenina es una opción que implica aceptar todos aquellos roles que se nos han asignado y obedecer a ciertas reglas que han sido construidas sin contemplarnos como sujetos de derecho.
Ninguna de nosotras es totalmente libre de todo lo que hemos aprendido durante nuestra vida.
Para Simone de Beauvoir, las mujeres deberíaamos definir nuestra propia identidad sin vernos oprimidas por las imposiciones sociales del sistema patriarcal que ha dominado durante siglos y siglos.