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Aparece Lucky en el medio, sonriendo y con los ojos cerrados; en contraste con el fondo arcoíris.

G es por gays

En el Mes de la Diversidad, charlamos con personas LGBT

Esta nota es parte de una serie sobre la comunidad LGBT que saldrá cada martes de setiembre, el Mes de la Diversidad. ¿De qué hablamos cuando hablamos de personas lesbianas, gay, bisexuales y trans? ¿Cómo juega esto con otros aspectos de nuestra vida?

Hablamos con Lucky, bailarín, oriundo de Nueva Palmira, quien nos cuenta de sus experiencias, sus procesos y su camino en la deconstrucción.

¿Nombrarnos?

Para Lucky, las etiquetas deberían eliminarse y darle énfasis al carácter humano de las personas, sin importar quién es la otra persona que nos gusta, con la que estamos, con quien nos vinculamos. “Sí, soy gay porque supuestamente la sociedad lo dice, pero soy todo también. No puedo decir que soy solamente gay porque en realidad soy una persona que siente”.

La salida del clóset sin condicionarnos

En Harta hemos hablado de las diferentes experiencias al momento de salir del clóset, la eterna duda entre contarle o no contarle a tu entorno quién sos. Lucky nos cuenta que su madre se lo tomó re bien y que en su momento vivió esta experiencia sin mayores percances con su familia. Además, antes de que le dijera a su madre, ella ya sabía, así que no entendía la necesidad de tener que explicar: llegó el momento de blanquear y él además tenía que aclarar que estaba en contra de eso.

“Era un poco y un poco, ¿no? Un poco también de miedo”, agrega. Lucky entiende que la sociedad constantemente marca aquello que es diferente y hace que internalicemos sus normas. Pese a eso, sigue sin comprender la necesidad de salir del clóset, de tener que justificarse o explicarse frente al resto: “dentro mío sentía: ¿por qué le tengo que decir a mi madre que me gustan los hombres o que estoy con hombres en este momento de mi vida? ¿Por qué aclarar con quién soy feliz o con quién me comparto?”.

Lucky cuenta que sufrió bullying en Nueva Palmira (Colonia) por vincularse con lo que eran consideradas «actividades femeninas». Su acercamiento al mundo de las artes fue mediante el patinaje artístico, que practica desde los diez años. Su éxito en esta disciplina hizo que el pueblo lo conociera y lo discriminara; discriminación que terminó por normalizar ignorándola “por vergüenza de ir en la calle con gente, con un amigo, un conocido y que te griten ‘ahí va el puto’. Era una vergüenza horrible tener que pasar ese momento y hacerle, más que nada, pasar ese momento a la otra persona. Si me pasara otra vez no lo normalizaría, porque me parece que está muy mal normalizar la discriminación».

Las diferentes formas del patriarcado

Lucky ahora estudia danza en InDans, escuela de artes del movimiento, y se encuentra en su tercer año. Vino a Montevideo a los dieciocho convencido de estudiar ciencias y sin haber hecho danza anteriormente. “Por un contacto terminé tomando una clase de danza en Bellas Artes con Carolina Silveira y dije ‘pa, me gusta el movimiento’. [Sentí] algo que despertaba ahí y al toque tuve una beca en la escuela en la que estoy”. En estos momentos se encuentra enfocado en la carrera para después poder “compartir mi danza como me gusta”.

Cuando le preguntamos por la discriminación dentro del mundo de la danza nos explica que directamente no se permiten las expresiones que no cuadren con un canon heteropatriarcal: “Eso pasa mucho en el clásico, porque aún se siguen reponiendo obras donde está el personaje del príncipe y entonces vos tenés que mantener la imagen del macho en el escenario, si no te gusta, adiós. No tenés chance de lucharla porque es así y al toque hay un millón preparados esperando tu lugar”.

Lucky no solo describe que existe una censura en la expresión de género, sino que también coexiste con la discriminación de los cuerpos que no concuerden con el canon estético. “Existen líneas en el clásico, el clásico es así y aceptás o te vas”, cuenta. “Es su forma de laburar. Se consiguen cosas maravillosas con el ballet porque si vos querés ser un bailarín virtuoso tenés que aprender mucho ballet”.

Por el contrario, Lucky habla de la danza contemporánea como esperanza de que en algún momento dejen de mantenerse los patrones que se establecieron desde un principio en la danza clásica y moderna. Dice que “el contemporáneo tiene otra cosa que no maneja roles. No hay rol femenino y masculino, ahí son cuerpos danzando y está demás. A mí me encanta eso”. Hablando del futuro de la danza, dice que desea esa ruptura de los roles, que se generen espacios donde los hombres puedan bailar como mujeres, “montarse en unas puntas y hacer una variación clásica femenina. Porque lo hay, porque hay varones muy virtuosos, porque hay gente que lo logra pero se la censura, no se la deja”.

Marchamos por el derecho a ser

Al hablar de la Marcha por la Diversidad, Lucky se ríe y nos expresa que la espera y que sueña con el momento en que se pueda marchar en todo el país: “No solamente marchamos por con quién nos compartimos o por esas etiquetas; marchamos porque todos somos diferentes. Pero [espero] que en un momento llegue, que en una fecha del año se marche en todos los lugares. Aceptarnos.”

“Estar en red es muy importante”, agrega, “si no estamos unidos entre nosotros es imposible luchar”. Entiende que no está en total concordancia con todas las aristas del movimiento, pero que es algo natural, porque eso pasa siempre en todos los espacios, no solo en la militancia. “Estoy en toda esa movida, en hacer política y en hacer política desde mi arte”.

¿Cómo ponerle cuerpo a la deconstrucción?

Durante toda la entrevista Lucky menciona su proceso, su aprendizaje de encontrarse sacando para afuera, siempre haciendo referencia a su relación con el patriarcado y cómo está viviendo la deconstrucción. “Todos los días trato de aprender algo nuevo y agradezco tener gente que me está ayudando, y yo ayudo a otra gente”. Cuenta que la diferencia entre Nueva Palmira y Montevideo no es tan inmensa como se intenta creer en la capital, pero que sí está más visible.

Ponerle el cuerpo a la deconstrucción es constantemente pensar, ver y darse cuenta de las actitudes que reproducimos y que no nos damos cuenta que son machistas. Para desautomatizar estas actitudes, Lucky cree que hay que aprender constantemente: “me equivoco en una, sigo aprendiendo, y fue lo que aprendí. A todos nos cuesta, a todes. Ir viendo, ir tratando de hacer cabeza y también de hacer cabeza a los otros. Como me están enseñando a mí, ir tratando de reproducir eso, la lucha”.

Esta deconstrucción, constante y tortuosa, es lo que genera el cambio. “La lucha es boca a boca, de persona a persona. Es individual y colectiva, es un proceso interno, introspectivo, de hablar, de pensar conmigo mismo. Sanar muchas cosas conmigo mismo, perdonarme, aprender y ayudar al otro”.

Octavia Flor

Fotografía: Mai

En este artículo:

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