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Una mano colocando un sobre en una urna de votación. El sobre tiene algo escrito en braile

Un poco más allá de poner la lista en el sobre

Estamos en época electoral y todo gira en torno a eso. Este artículo, un poco, también. Pero hoy queremos prestarle atención a la situación de las personas que tienen el derecho y el deber ciudadano de sufragar… en un contexto que les hace más difícil ese ejercicio. Quizá a vos todavía no te tocó votar, pero igual nos parece importante empezar a preguntarnos y pensar juntas en cómo hacer del voto (y de otras cosas) un derecho que todas podamos ejercer con más autonomía y libertad.

El acceso a la información

Para poder decidir qué queremos votar, necesitamos acceder a información clara sobre propuestas y posturas. Parece fácil, ¿no? La página de la Corte Electoral tiene todos los programas cargados, cada partido tiene su sitio web y suele hacerse viral lo que publican los candidatos en las redes…
Pero no todos accedemos a tanta información.

Si tenés una discapacidad visual y los archivos o las webs tienen un formato accesible, existen programas que te leen en voz alta los textos (lectores de pantalla). Así podés acceder a unas cuantas cosas. Pero estos programas no leen las imágenes, que muchas veces contienen un montón de datos (pensá en una infografía, por ejemplo, ¡o incluso en un meme o un afiche!). Tampoco las listas son accesibles para personas con discapacidad visual, porque no están en formatos digitales que permitan leerlas.

También es bien complicada la cosa si tenés una discapacidad auditiva. Acá seguramente nos rezongues: acabamos de decir que en internet está todo lleno de textos, así que alguien con discapacidad auditiva puede simplemente entrar y leerlos, ¿no? Bueno, no es tan así. Para alguien que creció con discapacidad auditiva y aprendió lengua de señas, esa es su lengua materna, no el español. La lengua de señas tiene códigos distintos de comunicación y, por tanto, implica una forma distinta de entender las cosas. Comprender el español escrito es un desafío difícil para muchas personas sordas: lleva mucho más tiempo leer y entender un texto en una lengua que no es la nuestra.

Las personas sordas acceden mejor a los discursos orales transmitidos con un intérprete de lengua de señas. Pero para todos es importante no solo saber qué dicen los políticos, sino también poder analizarlo. Y la información que brindan los diarios, los programas escritos e incluso las opiniones que se vuelcan en las redes pueden no ser fácilmente comprensibles para personas sordas.

Cuando no se puede acceder a información de manera autónoma, como muchas veces les ocurre a personas con discapacidad visual, auditiva o intelectual, la opinión de las familias, e incluso la presión que pueden llegar a ejercer, tiene un peso mayor del que tiene para las demás personas. Ya debés de saber que es necesario informarse mucho para poder pensar distinto a lo que nos dicen que tenemos que pensar.

El ejercicio del voto

Evaluás las opciones, te volcás por la que mejor refleja lo que esperás de un país, tomás la hoja de votación y la ponés en el sobre (y te comés las uñas mientras esperás los resultados). ¿No es así?
¿Cómo supiste que la lista que vas a poner en el sobre es la que seleccionaste como tu opción de voto? Nuestras hojas de votación solo se distinguen entre sí por aspectos visuales. Si tenés una discapacidad visual, no te queda otra que confiarle a alguien de tu círculo cercano qué es lo que vas a votar y pedirle que te confirme que la lista sea la de tu elección. Algo que debería poder ser íntimo y secreto como el voto, que todos podemos —supuestamente— guardarnos para nosotros si así lo deseamos, se convierte en algo para lo que se necesita confiar 100 % en otra persona.

Esto y todo lo demás

La discapacidad es una característica que, cuando vivimos en un entorno inaccesible, lleva a que nos encontremos varias limitantes. Esto significa que el foco debe estar en ajustar el entorno, en hacer que el mundo sea accesible para cualquiera de nosotros y que nos incluya a todos. Para esto, es necesario tomar medidas teniendo en cuenta que todos tenemos necesidades distintas, pero también los mismos derechos. Un entorno inclusivo permitiría a todas las personas participar en igualdad de condiciones, tanto en eventos que ocurren cada cinco años como en actividades de todos los días.
De a poco se va avanzando en ese sentido, pero queda un montón por hacer. Es verdad que hay cuestiones que no dependen de nosotros, pero sí podemos pensar e informarnos sobre cómo poner un poquito de nosotros para ayudar, empezando por escuchar a quienes tenemos alrededor.

Sofi Fernández y Cin

Ilustradora: Pitanga

En este artículo:

política discapacidad

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