¿Princesa? ¿Yo?
¿Por qué nos enseñan a ser princesas?
Desde siempre nos dijeron que tenemos que ser como ellas, nos enseñaron a comportarnos como ellas, a vestirnos con los colores “femeninos”, como los que usan las princesas. Tal parece que eso es lo “adecuado”, es lo que está bien visto, porque nos hace más niñas (y con niñas me refiero a más femeninas, algo que nos imponen incluso siendo muy pequeñas).
Pero… ¿tenemos que comportarnos como princesas?
Yo creo que no. Esta sociedad nos enseñó a ser princesas desde chicas, sin tener en cuenta que los colores no definen los sexos, que cada una tiene una personalidad diferente y que comportarnos “como una princesa” tal vez es algo que no a todas nos guste.
Además, todas somos bellas, por dentro y por fuera, sin más. Los estereotipos de belleza impusieron que estar maquillada y bien vestida es imprescindible, pero no se dieron cuenta de que somos lo que hacemos, no lo que aparentamos ser.
Al fin y al cabo, ese estereotipo de princesa nos marca de muchas formas por el resto de nuestras vidas. Y la realidad es que a la mayoría de nosotras no nos interesa ser princesas, porque, en definitiva, ¿quién quiere ser como le imponen y no tener su propia personalidad? ¿Quién quiere tener la obligación de estar siempre bien vestida y maquillada, ser una persona callada y sin opinión? Estoy segura de que ninguna quiere ser de esas princesas.
Y, de última, si realmente querés ser una princesa, podés serlo con tus propias reglas y no como te lo impone la sociedad en la que vivimos. No precisamos un manual para ser mujeres.
Tirá ese vestido y esa corona y aprendé a ser vos misma, a ser vos tu propia versión de princesa. Que no te importe lo que digan sobre vos: vos sos tu único y divino modelo. Que los estereotipos de belleza no te digan qué princesa tenés que ser.