La popularidad los salvará: el caso de Rodrigo Eguillor
[Opinión]
Hace unos días se hizo pública una denuncia de abuso sexual y violación contra Rodrigo Eguillor, un joven argentino. Tras la primera, se conocieron muchas más.
El caso cobró relevancia pública porque la madre de Eguillor es fiscal y porque él decidió hacer un video en Instagram con declaraciones violentas, sexistas y clasistas.
Lo detuvieron en el aeropuerto cuando pretendía irse a ver la final Boca-River en Madrid y el video de la detención se hizo viral porque gritó «llamen a mi vieja».
El personaje
Entre tanto circo mediático por Rodrigo-Eguillor-el-personaje, se perdió de vista Rodrigo-Eguillor-acusado. «Cheto», «Tincho», «mantenido», «nene de mamá». Pila de adjetivos que fueron construyendo el perfil de un pibe que cada vez tiene más seguidores en Instagram y que ahora sale en los programas de televisión peinándose y charlando.
Parece que las redes sociales son un micromundo que no tiene eco en la realidad, pero no. Hicieron miles de memes de Eguillor, chistes con sus frases, ¡y hasta remeras! ¿Sobre la denuncia de violación? Nada.
¿Dos campanas?
Debate larguísimo. ¿Vale lo mismo la voz de una persona que denuncia que la de una persona acusada de violación? ¿Creen que algún canal llevaría a un supuesto ladrón a dar su versión de los hechos?
Eguillor no aparece en la tele porque hay que darle voz para que no sea injusto. Llevarlo o no llevarlo es tomar una decisión y pararse en una de las veredas. Porque «la voz objetiva» son los hechos, no la versión de una persona que, si acepta salir al aire, es para limpiar su imagen.
Lo llamaron «el influencer del mes» al presentarlo en un informativo. ¿Se nota que cómo nombramos importa? ¿A quién influencia Eguillor? ¿A la impunidad social de tener seguidores en Instagram? ¿A instalar ideas de que hay hombres que por su físico «no precisan violar»?
Eguillor consiguió lo que quería: cámara, mostrar su carisma, ganar seguidores, salir impune del juicio social general. Porque los medios legitimaron su voz al darle aire. Y ninguna elección de ese tipo es inocente.
Lo que consumimos, lo que compartimos en redes, lo que pasamos en los grupos de WhatsApp, el canal que miramos, todo crea realidad, todo genera un colchón en el que Eguillor cae cuando sale de la cárcel y va derechito a la tele.
Porque por más plata que tenga, por más bobas que parezcan sus palabras, Eguillor no es un meme: Eguillor es un hombre acusado de violación. No perdamos el foco.