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Dibujo de un celular con un planisferio, un pasaporte y un avión

Ilustradora: Alejandra Guillén

Ser nómade en 2020: ¿se puede vivir viajando?

14 Sep 2020 | Vos y el mundo

Seguramente la palabra nomadismo se te cruzó en alguna clase de la escuela o el liceo, asociada a ciertas tribus, como los charrúas, o a etapas tempranas de la civilización humana. Pero lo cierto es que las personas nómades nunca dejaron de existir.

Además de que hay países como Mongolia, donde aún hoy el 30% de la población vive de este modo, o tribus como los Moken, en la zona del mar de Andamán, el nomadismo ha tenido en los últimos años un gran auge. Gracias al boom de internet y el teletrabajo, pasó de ser una cosa asociada con civilizaciones “poco desarrolladas” o con un modo de vida hippie a convertirse en una moda que llenó Instagram de travel bloggers vendiéndolo como el modo de vida ideal.

¿Nomadismo digital o analógico?

La cuestión empezó porque una vez que trabajadores de ciertas áreas empezaron a realizar sus tareas desde el hogar, no pasó mucho tiempo sin que se dieran cuenta de que así como podían elegir trabajar desde el sillón o desde un café, perfectamente podían llevar su trabajo a países distintos y combinarlo con sus ganas de viajar sin tener que esperar a las vacaciones. Es así como nació el nomadismo digital: gente que se va mudando de ciudad o país cada corto tiempo, mientras realiza su trabajo en modo online.

Las razones para elegir vivir en movimiento son diversas, ya que para algunas personas pesa más el poder conocer otras culturas y recorrer el mundo, mientras que para otras lo más atractivo es poder vivir en países o zonas del mundo con menor costo de vida (para así trabajar menos horas, tener una mejor calidad de vida o ahorrar más dinero, incluso con el mismo sueldo de antes).

Pero, entonces, ¿solo se puede ser nómade con un trabajo online? ¡Claro que no! Lo cierto es que gente viviendo constantemente en modo viaje existió siempre, independientemente de la red. Hay nómades analógicos, digitales y les que combinamos ambos mundos. Así es que, en los casi 3 años que llevo sin una casa fija, he conocido desde gente que enseña idiomas online o diseña sitios web hasta gente que se dedica a la música o vende artesanías, chefs, ilustradores y tatuadores, que se van moviendo cada varias semanas o meses, llevando siempre consigo su trabajo en la mochila.

Economía alternativa

Es también bastante común, en el mundo nómade actual, el usar el recurso de los trabajos de intercambio y voluntariados. De esta forma, no se usa dinero para cubrir la vivienda y el alimento, y el efectivo necesario para otras cosas rinde mucho más. Por ejemplo, hay quienes intercambian algunas horas de trabajo por comida y habitación en alojamientos o granjas. Y también quienes aprovechan sus estadías en lugares para ayudar en refugios de animales o escuelas rurales y de paso reciben comida y un lugar donde quedarse, mientras lo llevan a cabo.

Se ha popularizado también, en los últimos años, el pet-sitting, o sea, cuidar las mascotas de personas que están de viaje. Es una excelente forma de tener dónde dormir y cocinar, no solo sin pagar un peso, sino pudiendo, además, acurrucarse con gatitos o perris por unos días, semanas o hasta meses. Usando esta herramienta he hecho pila de amigos peludos y tenido estadías de lujo en Tailandia y Sri Lanka, apartamentos geniales en Malasia y hasta una casa tradicional de 350 años en Japón.

Armando la mochila…

Entonces, ¿qué se necesita para ser nómade? Bueno, primero que nada estar dispuesto o dispuesta a probar una forma de vida alternativa que va a ser muy distinta de la que tenés. Y después, un poco de creatividad y recursos para poder generar dinero en el camino, sea de forma digital o analógica. Fuera de eso, no se necesita mucho más: una mochila lo más pequeña posible, poca ropa (porque te prometo que te vas a deshacer de mucha) y después solo decidir cuál va a ser el primer destino de la ruta. Además, tené en cuenta que el nomadismo no tiene por qué implicar irse a miles de kilómetros o subirse a un avión, sino que se puede empezar perfectamente en el país de origen y por plazos cortos e ir viendo luego a dónde te lleva el camino.

Pero, ojo: no creas que todo va a ser color de rosa. Ser nómade no es vivir en modo vacaciones constantes como quieren mostrar muchos instagrammers. No es tampoco la receta para la felicidad ni la solución a todos tus problemas. Es simplemente un modo de vida más, que deconstruye la idea de la estabilidad y de una casa fija, pero que va a traer días buenos y malos; va a poner a prueba tu paciencia y capacidad de adaptarte a lugares y comidas diferentes, pero también va a abrirte la puerta a muchas aventuras y, sobre todo, te va a permitir aprender un montón y tener amigas y amigos súper diversos y repartidos por distintas ciudades y pueblos del mundo.

Y vos ¿te animarías a vivir sin casa por un tiempo? ¡Contame en comentarios! 🙂

Redactora: Lucía
Ilustradora: Alejandra Guillén
Este artículo fue escrito e ilustrado por una colaboradoras externas al equipo de Harta. ¡Sumate vos también! Acá podés encontrar un formulario para ponerte en contacto con nosotras para que publiquemos tus palabras

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