Las drogas del egoísmo
Las drogas sintéticas tienen una relación estable y de muchos años con la cultura de paz, amor, unidad y respeto de las fiestas de música electrónica nacidas entre la isla española de Ibiza, el Reino unido y los Estados Unidos a fines de 1980. Sin embargo, se trata de una relación tóxica, porque existe un lado oscuro del consumo de éxtasis, anfetaminas, cocaína, LSD y el resto de las drogas del mercado ilegal.
Primero lo primero
Si decidís consumir drogas, cuidarte es fundamental. Sin un análisis de laboratorio o kits de testeo es imposible saber exactamente qué te están vendiendo, por lo que la adulteración de sustancias es una práctica común. Por eso, es vital informarse sobre los riesgos del consumo para poder actuar y pedir ayuda frente a un mal viaje o una reacción adversa. Además, el impacto del consumo de drogas en general (sí, también alcohol y marihuana) en menores de edad puede dejar secuelas para toda la vida debido al desarrollo del sistema nervioso, por lo que, si sos menor, es aconsejable que esperes a cumplir los dieciocho para poder experimentar.
Sin embargo, en medios de comunicación, políticas públicas y organizaciones sociales se habla poco y nada de las consecuencias que generan el consumo de drogas a nivel social y sobre todas las mujeres.
Drogas y trata con fines de explotación sexual
Las drogas ilegales atraviesan las fronteras de muchas formas: contenedores, aviones, valijas, pero también en el cuerpo de las mujeres, llamadas mulas, obligadas a ingerir paquetes con la droga o traficarla dentro de sus vaginas para luego expulsarlas en el país de destino. Estas mujeres suelen ser víctimas de redes de trata y tráfico de personas con fines de explotación sexual y, en general, son las únicas que terminan en la cárcel por estos crímenes, nunca las cabezas de dichas redes. Para conocer más, este artículo narra la historia de Hilda, una mujer uruguaya que vivió estos crímenes en carne propia.
La trata tiene enormes vínculos con el narcotráfico, no solo por las mulas. También se utilizan sustancias ilegales para volver adictas a las víctimas evitando que se resistan, escapen o pidan ayuda. Las redes de trata siempre involucran a personas que suministran drogas a las víctimas y a los varones consumidores para incentivar su apetito de violaciones.
También se da el caso inverso, es decir, narcotraficantes que se vuelven proxenetas. En las llamadas bocas, muchas mujeres adictas que no pueden pagar por una dosis terminan siendo prostituidas en el mismo recinto como forma de intercambio. Ese ha sido el destino de algunas uruguayas desaparecidas en los últimos meses. Quizás vos o tus amigas no vayan a la boca, pero quien te vendió las drogas las pudo conseguir del mismo lugar donde explotaban a alguien de tu edad.
Finalmente, el mercado ilegal esta dominado por bandas que, en sus disputas territoriales por las ganancias de la venta y distribución, se enfrentan a muerte y ponen de rehenes a sus vecinos, viviendo en un estado de alerta permanente entre la violencia del narcotráfico y de la policía, que estigmatiza a quienes viven en los barrios en disputa.
Al final, cuando se apagan las luces y se termina la fiesta, la unidad se disuelve y volvemos al mundo real —capitalista, patriarcal e individualista—, donde los narcos y proxenetas se hicieron un poco más ricos y otra noche hedonista se pagó con el cuerpo de las mujeres.
Fuentes:
«Trata sexual en Uruguay. Alcances y limitaciones de la asistencia a víctimas», de Andrea Tuana.