Depilarse o no depilarse: esa es la cuestión
¿No te pasa que ves por todos lados chicas sin un solo pelo en todo el cuerpo y pensás: «esta no soy yo»?
La sociedad tiene tan naturalizada la idea de que las mujeres no tienen pelos que hasta empezamos a creer que si somos peludas es porque tenemos algún problema. ¡Si hasta las publicidades de depilación te muestran chicas «depilándose» piernas que no tienen pelos!
En el mundo real, salvo excepciones, todas tenemos pelos. Algunas más cantidad, algunas menos. Pero nos pasamos viendo cosas que nos hacen pensar que esos pelos están mal, que tenemos que eliminarlos a toda costa para ser «más femeninas».
¿De dónde surge la idea de que la mujer bella no tiene vellos?
La influencia directa de esta obsesión por la ausencia de pelos la tiene nada más y nada menos que la marca Gillette. Así como lo leés: el estándar de la mujer sin vello se impuso ¡porque una empresa decidió ampliar su venta de hojas de afeitar al mercado femenino!
Lo primero que tenés que saber es que está perfecto tener pelos, es normal y natural, no es menos femenino. Todas los tenemos. Y otra cosa es decidir qué hacer con ellos: ¿me los dejo?, ¿me los depilo?, ¿me los tiño? Como en todo, lo importante es hacer lo que sientas que es mejor para vos y lo que te quede más cómodo, tanto si decidís depilarte como si no.
Entiendo que el pelo te resulte feo en determinadas zonas, creciste y viviste muchos años bombardeada con esa idea, la tenés naturalizada. Pero, como todas las convenciones, se puede deconstruir para dar paso a una nueva idea o visión.
Si querés dejar de depilarte o hacerlo con menos frecuencia, podés empezar en invierno, momento en que usualmente la piel está más cubierta. Fijate cómo te vas sintiendo, qué te parece, acariciá tu piel, fijate qué es tener pelos más allá de la vista.
Dejar de depilarse es un proceso, exige tolerancia y respeto. Seguro hay días en que no aguantás más y te depilás, ¡perfecto! No te fuerces a naturalizar algo de una, puede que lleve tiempo, puede que haya momentos en que no querés tener pelos, puede que decidas seguir depilándote. Lo importante es que la decisión sea tuya.
Y si quiero depilarme: ¿qué método elijo?
Si resolvés depilarte, tené en cuenta que hay distintos métodos, cada uno con sus ventajas y desventajas.
Algunos métodos de depilación, como la cera o la glucosa, son más duraderos (de repente tirás un mes sin tener que volver a depilarte), pero ¡también suelen ser dolorosos! Y si sos alérgica o tenés piel sensible, tené cuidado. Probá primero con una parte pequeña de tu piel y en una zona en la que, si tenés alguna reacción, no te jorobe demasiado mientras se cura. Si todo va bien, podés proceder a depilarte.
También existen maquinitas eléctricas que arrancan los pelos de raíz. Hay quienes las aman y quienes las odian. Si conocés a alguien que tenga una, pedila prestada para probar antes de invertir en esa compra, a ver si es para vos.
Métodos como la máquina de afeitar son más rápidos e indoloros (¡salvo que te cortes!), al igual que la crema depilatoria, pero no durás más de un día o dos sin tener que repetirlos.
Hay también opciones de depilación definitiva, que se hacen con láser. También puede ser un método doloroso y es bastante caro. Y aunque se presenta como la forma más efectiva, hay personas a las que les ha resultado espectacular y otras que tienen que volver a recurrir a otros métodos poco tiempo después.
En definitiva, vos decidís si te querés depilar o no, y si no querés, ¡está perfecto! Los pelos son naturales y todas los tenemos. Si elegís hacerlo, lo más recomendable es que evalúes las distintas opciones para elegir la que mejor se adapte a vos.
Ilustración: Clara