Ilustradora: Pitanga
De túnicas y moñas
[Opinión]
Seguramente de niñas hayamos tenido un montón de símbolos patriarcales en nuestro entorno. Pero en el plano escolar, ¿hay un símbolo más opresor que las túnicas con botones en la espalda, que nos quitaban toda autonomía cuando teníamos clases de gimnasia o cuando llegábamos a casa?
Colonia. Año 1999.
¡Túnica de varón. Túnica de varón!
Coreaban mis compañeritas de clase rodeándome en un círculo en el patio de la escuela que hoy perdió su vista al río porque el negocio hotelero invadió la zona.
Túnica de varón, porque se abrochaba adelante.
Hoy una amiga me dijo que además de varón, era la túnica de los pobres, porque eran más baratas. Además de opresoras, aporofóbicas.
Cosas de los 90.
Tengo la imagen de una fila de niñas en el patio, todas desprendiendo a la compañera de adelante el uniforme opresor.
Las más osadas (o las más flexibles) habían aprendido a abrocharse y desabrocharse solas. Las demás quedábamos a la buena voluntad y ganas de la otra, inclusive la maestra, que manifestaba cierto fastidio cada vez que se le pedía colaboración.
A los varones nunca se los hacía partícipe. Nos daba vergüenza que se pararan detrás nuestro a «despojarnos” del uniforme. ¿Cómo es posible que esa desconfianza ya la traigamos arraigada de tan chicas?
Al año siguiente mi vieja me compró la túnica que hace honor a mi género. Con volados que marcan la pollera. Con un cinto que acentúa nuestras cinturas aún no desarrolladas. Con los bordados en los puños y bolsillos. Ahora sí. De nena.
Túnicas para niñas, pero no para cualquier niña. Niñas de escuela pública. Lo que paradójicamente reafirma la opresión que viven desde corta edad de las mujeres con menos privilegios.