¿Qué es la prueba Bechdel?
Hoy se celebran los Óscar, y por eso es bueno analizar las películas que son comúnmente premiadas por la academia. Si les prestamos atención a las historias que llegan al pódium, nos daremos cuenta de que el mensaje que se reproduce nunca cambia. Todo lo que consumimos como entretenimiento (la música, las películas, los libros) se retroalimenta de la sociedad en la que vivimos. Estas historias se inspiran en la vida cotidiana, pero a su vez tienen el poder de modificar su entorno mediante el mensaje que intentan reproducir. Es por eso que hoy vamos a hablar de la prueba de Bechdel, algo que a veces se toma simplemente como un juego pero que puede ser una herramienta para comprender en profundidad las historias que consumimos.
La prueba Bechdel —que se pronuncia /bekdel/— es una forma de medir la representación de las mujeres en la ficción. La prueba lleva este nombre gracias a la historietista Alison Bechdel, quien introduce este parámetro por primera vez en 1985 en su cómic Dykes to Watch Out For (“Unas lesbianas de cuidado”). En este, dos personajes hablan de si ir o no a ver una película, a lo que una de ellas explica que tiene una norma según la cual solo la ve si sigue las tres condiciones siguientes:
1. Que tenga un mínimo de dos personajes mujeres que tengan nombre.
2. Que las mujeres hablen entre ellas.
3. Que el tema del que hablen no sea un hombre.
Es verdad que esta prueba comenzó siendo un chiste dentro de una tira cómica, pero tomó un nuevo significado cuando se comenzó a buscar si existían películas que siguieran estas condiciones. Lo que podría llegar a demostrar este paradigma es si en la producción de ficción hay un mínimo de representación femenina. Parece poco, pero en realidad el impacto que poseen los medios genera que esta mínima representación signifique un montón. A su vez, hay que entender que este test en ningún momento busca demostrar si una película es buena o si se la podría considerar feminista.
Para probar que este es, en realidad, un problema sistemático y no se trata de casos aislados, listaremos algunas películas que hace un tiempo nos contaron que eran sus favoritas… y no pasan el test:
– Love, Simon (2018)
– Bohemian Rhapsody: la historia de Freddie Mercury (2018)
– Llámame por tu nombre (2017)
– Belleza inesperada (2016)
– Como si fuera la primera vez (2005)
– Harry Potter y el cáliz de fuego (2005)
También existen muchas películas que pasan esta prueba y, sin embargo, terminan por reproducir conductas patriarcales. Pongamos de ejemplo El stand de los besos. Esta película pasa la prueba, pero en ella se nos relata una relación de amor romántico en forma más cruda: aquella en la que la protagonista se interesa por el típico chico malo pensando que con ella será distinto o que el protagonista logrará cambiar. Hay historias en las que esta idea puede llegar a cumplirse con un arco de redención en el cual mágicamente el hombre violento deja de serlo, pero en realidad este mensaje termina por ser peligroso: nos hace creer que el amor solucionará todos los problemas y termina avalando la violencia en el noviazgo.
Otra película que también está bueno destacar es Frozen, que se ha tomado como una victoria de la lucha feminista. La película narra la relación entre dos hermanas, con lo cual refuerza la sororidad antes que el ideal de un amor romántico. Hasta acá parece un gran paso para la causa, pero si nos ponemos a pensar, la película sigue resignificando los ideales de los roles de género, como vemos en el hecho de que Ana (la hermana menor) tenga como aspiración la llegada de un príncipe a su vida. También sigue utilizando la orfandad como productora de narrativa, es decir, lo que genera que se desarrolle la historia es el hecho de que las protagonistas quedan huérfanas. De esta forma se genera otra desventaja en la vida de las protagonistas, porque les es más difícil acceder a la educación que les dará las herramientas necesarias con las que defenderse en la vida cotidiana. Y ni siquiera nos adentraremos a hablar de la representación de gente que no sea blanca, cis, hetero, un tema que da para otro artículo.
Entonces, ¿tenemos que prestarle atención a este test antes de ver una película? Como dijimos en un principio, esto comenzó como un chiste. Pese a eso, es preocupante cuando nos damos cuenta de que las películas que adoramos ni siquiera pasan esa prueba tan básica. Siempre podemos ver todo lo que queramos y disfrutar de las películas románticas que tanto nos encantan, pero no perdamos de vista el mensaje que transmiten y tratemos de no normalizarlo.